En 1907, en un club social en Blakenberghe, Bélgica, un grupo aristócratas debatía sobre cuál era la bandera más bonita del salón. Había una chilena, donada por un chileno residente miembro del club. Don Felipe Casas Espíndola y dona Sara Rojas de Bacheeker la exhibieron con su hija de 13 años. Y ganó. El concurso era sólo una discusión entre unos cuantos europeos algo pasados de copas, y no un concurso internacional. Un reportero chileno de la revista Zig Zag reporteó la nota, apareció en la revista del 6 de octubre de 1907 y dio vida al mito.
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